About Us
La actividad ritual hunde su raíz en el poder, espiral ascendente y descendente que resguarda un centro inalcanzable; vórtice o círculo de sentido que, entre otras cosas, se alimenta del sentimiento de quienes temen. El miedo, derivado de la angustia que despierta ese fondo oscuro, es un delicioso bocado. De ahí que ahora nos preguntemos: ¿qué haces aquí? ¿Cuál es tu deseo? Conocerlo sería un grato inicio, pero recuerda, hay mucho por qué temer a la oscuridad y los deseos son oscuros.
Fantasmagorías
El término alude al producto de ese lado oscuro que sostiene nuestra personalidad, lo que también significa una constante referencia al vacío, a la falta, a la sin certeza que reguarda la habitualidad y es, de hecho, lo más propio del «sí mismo». Las fantasmagorías, por lo tanto, son el resultado de nuestra más íntima posibilidad de ser; un crisol oculto a los ojos de los muchos y así entonces, el cotidiano devenir de una flama. Se trata de visiones, rastros que deja una errancia gobernada por la constante pérdida. Tal es el ardor que habita, en el interior de cada vela.
Letanías de la luz
Consúmase mi voz en la oquedad silenciosa tus brazos. Que el ardiente poder de mi falo desaparezca en el vacío de tu sin certeza. Mi noche, mi destino, mi demonio, mi oscuridad. ¡Nútreme de tu penumbra!
Asfixia
Nada puede escuchar los murmullos ocultos tras la estela del viento, ni mitigar el peso de la humanidad. Nada puede traer de vuelta el silencio primordial, ese rastro enmudecido que avanza con la lluvia y limpia la suciedad mental y física de los muchos.